Cambiemos las reglas

Fuente foto: Paulomi Basu, fotoperiodista, artista india y activista menstrual, su web aquí

ACABEMOS CON LA DESIGUALDAD

Queremos acabar con las desigualdades educativas que generan la pobreza y el tabú menstrual.
A través de un formaciones en de salud menstrual y educación sexual se reducen las limitaciones relacionadas con la menstruación y empoderamos a niñas y adolescentes en un momento crucial del desarrollo.

Durante los días que dura la menstruación las niñas dejan de ir al colegio. En algunos casos se debe a que no tienen los recursos económicos suficientes para comprar productos de higiene menstrual, en otros casos es porque no disponen de la educación necesaria para manejar la menstruación de forma eficaz y se quedan en casa por el miedo y la vergüenza.

Niñas y adolescentes faltan una media de cuatro días al colegio cada mes, lo que supone más de un mes a lo largo del curso. Durante todo ese tiempo pierden las lecciones y desconectan del temario. Poco a poco asumen que la escuela no es lugar para ellas, y van perdiendo sentimiento de pertenencia hasta que muchas veces abandonan definitivamente los estudios.

La llegada de la menarquía pone en peligro muchos de los derechos de las niñas. En muchas partes del mundo la falta de educación sexual provoca que la primera menstruación se entienda como la entrada a la edad adulta. Las familias asumen que ya están preparadas para mantener relaciones sexuales o para casarse.

El índice de embarazos precoces y no deseados aumenta entre las niñas que abandonan el colegio, que dan por cerrada su etapa de aprendizaje. La falta de educación sexual también aumenta los índices de embarazos no deseados.

Cuando alguien no puede permitirse productos de higiene menstrual seguros y eficaces, se recurre a métodos caseros que ponen en peligro la salud. Con el uso de esponjas, almohadilla, trapos o hojas secas para recoger el flujo menstrual se contraen infecciones y otras enfermedades. Los métodos caseros no son eficaces y aumentan el miedo y la inseguridad de las mujeres que se ven obligadas a usarlos.

El miedo a manchar y el desconocimiento sobre su propio cuerpo provoca que niñas y adolescentes desarrollen inseguridades y sentimientos de auto rechazo que limitan su desarrollo. Estas inseguridades se traducen en un sentimiento de inferioridad y debilidad y el estigma afectará negativamente a la construcción de la personalidad, que se desarrolla entre la inseguridad y el mito ante el proceso biológico que es, en realidad, la menstruación.

El abandono escolar reduce las oportunidades de inserción en el mundo laboral. Las mujeres optan a menos trabajos remunerados, se les cierra la puerta al empleo cualificado, desarrollan trabajos domésticos y se vuelven dependientes económicamente. Esta situación perpetúa su condición de especial vulnerabilidad y la desigualdad con motivo de género se acentúa.

Los patrones de conducta tradicionales y machistas en los que la voz en la esfera pública se restringía a los hombres siguen presentenes. La presencia de las mujeres en la esfera pública es marginal y esto refuerza la idea de que las mujeres y las niñas tienen menor capacidad y derecho a participar e influir en la vida pública.

MENSTRUAR ENCIERRA Y LIMITA

La menstruación genera una desigualdad de género que se agrava en contextos de pobreza. Las adolescentes de países empobrecidos no van al colegio cuando menstrúan. La falta de productos menstruales seguros y eficaces hace que se queden en su casa. La vergüenza y el desconocimiento también las aísla, provocando un sentimiento de marginación e inseguridad que afecta a su desarrollo.

¡Ayúdanos a cambiar las reglas!